En las tinieblas te he buscado,
en la noche más honda
y más amarga,
desde lo profundo e insondable
he clamado.
Escribí tu nombre, Señor,
en las arenas más ardientes;
entre ásperas rocas y escorpiones
habité, mi voz se secó
al sol, de sal se llenaron
mis llagas y con el lagarto
y el áspid fui peregrino,
y siempre bendije
tu dulce Nombre.
Fernando Alda Sánchez
Hermoso poema!!!
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado. Un abrazo
ResponderEliminar