fuego y agua. El evangelista
sueña el Reino.
Luz nunca dibujada. Luz de Resurrección.
Cristo de nuevo entre nosotros,
estrenando la madrugada del mundo
que alumbra un resplandor que a todos
nos abraza.
Luz de amor en los algodones de las almas,
luz de hogueras
perpetuas, luz de Cristo
que diluye las tinieblas del orbe.
Vestida está mi alma
con fulgor de vida eterna,
Señor, resplandece entre las brasas
más hermosas, es rescoldo e inicio,
y como el agua que nació
tras la lanzada en su costado,
así fluye y alimenta mis anhelos...
Bautismo y alianza,
la misericordia del Padre
que siempre espera,
redimida mi esclavitud
y roto el pecado. Llevo en los ojos
prendida la antorcha de la alegría,
y a mis labios regresan
cánticos antiguos, músicas nuevas,
la oración y la Verdad,
que presagian otras auroras.
Fernando Alda Sánchez
No hay comentarios:
Publicar un comentario