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domingo, 23 de junio de 2019

Almenaras

Las hogueras de San Juan en los altivos

baluartes de las torres más altas,
como pájaros de fuego, antorchas
que coronan ardientes cabellos,
almenaras que anuncian el alba,
que llega entre pífanos y atabales,
en horrísono estruendo de carretas
que cargan los restos finales de la noche.
Conjurados los temores,
alerta el espíritu, olvidado el dolor
que dejaste exangüe entre las prímulas,
es llegada la ocasión solemne
de abandonar toda mortaja,
todo el fúnebre bagaje de oscuridad
y desilusión, y purificar el rito
de las abluciones, la ceremonia
del encuentro, el paso audaz
de la hoguera y el Rubicón.
Es la cartografía de un bosque
sagrado en el que se encuentra
el ombligo de la urbe, la morada
del héroe, la loba capitolina
que en la leyenda desgarra
los tapices boreales que difuminan
los horizontes. Es la tierra
ahora una exclamación,
un cántico unánime que convoca
a la exaltación de vivir,
de concitar el espíritu
sereno de la eternidad y del silencio.


Fernando Alda Sánchez





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