Un solo resplandor ciego recuerda
el templo, sus muros
aún alzados a la lluvia,
y acaso muere entre el arrabal desolado,
que entreteje el polvo y la campaña
no tañe, San Andrés, frío el capitel
que salió ya mudo de las manos.
Evoco el aroma de la piedra madura
sobre la lapa funeral del silencio,
no el olvido, la liturgia del símbolo
en ti encarnó el último
oro, ya definitivo, sobre las bóvedas,
que el cielo nunca conoció,
mas sí tu sombra ungió la memoria,
que la piedra acalma y luego incendia.
Fernando Alda Sánchez
No hay comentarios:
Publicar un comentario