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miércoles, 26 de junio de 2019

Nihil obstat

Nihil obstat, ya tienes

permiso para transgredir la visión,
para ver los campos
abiertos sin puertas ni ventanas,
cielos altísimos de Castilla,
inmaculado azul en el que las nubes
cobran vida propia, blanco
intenso difuminado de gris
levísimo, apenas un toque,
una pincelada de ceniza.
Bendita inmensidad, encinas,
álamos, colinas y cerros,
piedra berroqueña de la que el hombre
arranca dovelas, fustes, cruceros,
canecillos, una sillería
sobre la que se fundamenta el espacio:
es la profundidad del horizonte,
el fondo que no atisbas en el cielo,
una aldea en lontananza,
bóvedas inconmensurables
que sólo la sed de infinito
puede pintar con el sonido
pastoril del viento que ulula
extraviado, feliz de no tener
patria ni cementerio,
pues le basta sólo con caminar solo,
acaso desamparado en regiones etéreas.
Eres frágil astilla que del tronco
salta e hiere tus pasos
inacabados sobre la hierba.
Interminable es el caudal
del día que incesantemente
amanece; brota la luz
a chorros por los ojos de la aurora,
renaces y es tu nombre
el que ahora suena.


Fernando Alda Sánchez



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