Si sueña lluvia en sus ojos,
o fulgir de soles, o ser libre o caballo
desmelenado, si sueña amor
o río profundo, consumido en la trinchera:
solo lágrimas quedan de esos hombres
habitados de muerte: recordar
lo que fueron, tardes
rendidos en brazos de la amada
bajo sombra de nogal, ardidos
racimos de vendimia, acaso geranios en el balcón
de la blanca casa o la nieve en los cielos.
Hoy será suya la tierra, derribados
cuando el sable flamígero ordene el asalto.
Fernando Alda Sánchez
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