Con un tirso inflige al agua
undoso perfil, e indolente la memoria
abre la mirada; fluye un río
bajo alisos que desgrana lágrimas
o nardos en sus mejillas,
mientras la melena abandonada
oculta su pesar: pavesa de silencio
abrasa sus labios, sellados
con el último verso, y así contempla
el pasado en la tristeza. No retornará
el tiempo del alma enardecido,
clamor de las voces al erguirse la vida:
cayó flagelada la esperanza.
Fernando Alda Sánchez
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