Buscar este blog

miércoles, 3 de julio de 2019

Sibilas, profetas y ángeles

"Vivo sobre el mayor incendio y llama
cuanto más aviva el fuego leña o viento"

Miguel Ángel



Como el dolor interno de los ojos

que transmite a la mano, en el acto,
la esquirla arrancada al alumbrar
la forma, casi un deseo o estallar
de venas, al reconocer el alabastro
o el duro lecho del mármol vencido
en la interminable lucha.
Los dedos de Dios y su Espíritu.
El húmedo fresco que devorara
la voluntad: crear hombres de nuevo.
Aferrado al andamio, esclavo del fuego,
en las manos te abrasa un tizón de sangre
que persigue la hechura definitiva:
sibilas, profetas y ángeles, 
el Juicio Final.
Cartas de Florencia te devuelven el mundo,
los negocios familiares, las conspiraciones
políticas, la siempre amenazada república.
Y en Roma envejeces preso de los avatares.
Solo tuyo es el arte.
Memorias lejanas arrastra el Tíber
en cuyas orillas imaginas construcciones
fabulosas, soñados edificios,
proporciones, líneas y esferas
jamás pensadas. ¿Qué te dio la vida?
Muchos enemigos o la soledad
que acompaña el viento.
Te invade una tristeza inevitable
de pájaros desolados que huyen en bandada
siniestra,
de arcángeles incendiados o gélidas tinieblas.
El trabajo te redime: escoplo, pincel
o escuadra, evitas la muerte que ya te acecha.
Escribes dolorosamente, vacías tus interiores
con esa lucidez que otorga haber vivido
con intensidad: ¿qué ha sido de ti?
Tus nuevas obras, esbozos
imposibles que entrevés en las pesadillas
incesantes, cuando en la alcoba
desnuda te entregas al reposo: es el futuro
que se anuncia y otros artistas llevarán a término.
El tiempo ya de nada te sirve: sabes
que has cumplido en el mundo sobradamente.
Acaso la perdida infancia
en la aldea, albas presencias  e imágenes
nítidas, las montañas y el campo, te devuelven
la conciencia y eres entonces ese muchacho
que descubre asombrado la vida y todo comienza.
Roma es demasiado oscura y aborreces
las intrigas: sólo te ata esa Piedad
inacabada, como si el Cristo abandonado
a su peso te trajera una nueva luz.
Suenan voces profundas a tu alrededor que no comprendes,
abismos y umbrales, sombrías cancelas, 
animales torvos que presagian el final.
El Moisés venerable que está a punto de hablar,
el Crepúsculo y la Aurora,
Adán, la creación del hombre, 
el fin de los tiempos, el cielo y el infierno y ese Caronte 
colérico: lo creado arroja sombras en la agonía,
tenebrosidades que sólo salva el color 
más puro, lagunas inmensas
de olvido de las que es imposible despertar.


Fernando Alda Sánchez






2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. El genial Miguel Ángel sigue iluminando a través de su obra. Me alegro mucho de que te haya gustado, Mayte.

      Eliminar