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viernes, 12 de julio de 2019

El ermitaño

  1. Buscó los ojos de Dios en la luz


ese hombre, en la Nada el incendio
de su voz y en las claras
alamedas de Castilla el silencio.
No importa el pasado si se tienen los cielos
abiertos sobre los trigos, y en los alcores
anidan las nubes que traen nuevas
lluvias o se pone el sol sin agonía.
Sabe de civilizaciones, de cárceles
de oro y yugos brillantes que uncen
cuellos fulgentes de gloria,
sabe de las heces del placer inútil,
de abandonarse a la desidia
y a la seda en frondosos jardines.
Mudó el lujo por la áspera
piel del lagarto, la plata por limosna,
y si vida interior disipa como pábilo
la noche, estrellas
proclaman el clarear del alba:
ya no importa morir,
ese día será de triunfo.


Fernando Alda Sánchez




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