"Yo soy aquel que ayer no más decía
el verso azul y la canción profana,
en cuya noche un ruiseñor había
que era alondra de luz por la mañana".
Con esta bella estrofa comienza "Cantos de vida y esperanza" el poeta modernista Rubén Darío (Metapa, 1867 - León, Nicaragua, 1916). Estamos ante el libro de madurez del poeta, en cuya obra anida un sentimiento lírico con grandeza y finura. Así escribe este renovador de la poesía en español de finales del XIX y comienzos del XX.
Sus versos están llenos de música y de color, llenos de misterio, de dulzura, de imágenes nuevas y sorprendentes, están llenos de "azul", como el diría, y de sueños, pues en soñar, quizá, esta su esencia.
Con "Azul" Rubén Darío alcanzó la gloria. En 1892 viajó a España, en la que tuvo relación con los poetas y escritores de la época, pero no fue hasta su paso por Argentina en la que logra el triunfo con este libro, con el modernismo. Ahí comenzaría la larga influencia en la poesía española que posteriormente tuvo.
A "Azul" hay que sumar, luego, "Prosas profanas". Como el mismo poeta considera, en los dos primeros brotó su "primavera plena", encerrando en "Cantos de vida y esperanza" "las esencias y savias de mi otoño". Estamos ante un libro de madurez. En "Azul" está la raíz de su obra, de su poesía nueva, pero en los "Cantos" se culmina su obra poética, resumiendo en este libro su trayectoria vital, con un sentimiento de esperanza frente a lo trágico de la vida, frente a sus duros avatares.
De él mismo dice el poeta, en el prólogo del libro, que "al seguir la vida que Dios me ha concedido tener, he buscado expresarme lo más noble y altamente en mi comprensión; voy diciendo mi verso con una modestia tan orgullosa que solamente las espigas comprenden, y cultivo, entre otras flores, una rosa rosada, concreción del alba, capullo de porvenir, entre el bullicio de la literatura".
Su poesía es desbordante, como en salutación del optimista, uno de sus poemas más conocidos:
"Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda,
espíritus fraternos, luminosas almas, ¡salve!
Porque llega el momento en que habrán de cantar nuevos himnos
lenguas de gloria".
Una poesía que va desde lo heróico hasta lo más íntimo, hasta ese otoño de la vida que el poeta presiente ya en su sangre:
"Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
Y a veces lloro sin querer...
Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y aflicción".
Profundo lirismo, sabiduría de existir.
Os dejo con sus versos. En ellos hallaréis belleza.
Fernando Alda Sánchez
Para ilustrar la reseña, la portada de la edición que ha realizado de "Cantos de vida y esperanza" Alianza Editorial
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