"La belleza para Blake corresponde al instante en que se encuentran el lector y la obra y es una suerte de unión mística", escribió Jorge Luis Borges en el prólogo a la edición que realizó de la "Poesía completa" de William Blake (Londres, 1757 - 1827). La edición está incluida en la colección Biblioteca Jorge Luis Borges, Hyspanamérica Ediciones Argentina, Barcelona, 1986, que es la que guardo en casa. La traducción es de Pablo Mañé Garzón.
Efectivamente, en la poesía de Blake hay un profundo misticismo que se sustenta en el mundo mitológico que él fue creando a lo largo de su vida, un mundo poblado de divinidades que le convirtieron en un visionario.
Sus poemas son de una extraña belleza, fuera de los moldes de la corriente neoclásica que le tocó vivir históricamente. Blake es un hombre fuera de su tiempo, fuera de la historia, cuya obra comenzó a ser comprendida con posterioridad a su muerte. Como grabador resultan notables los realizados para algunas ediciones de clásicos, como "La Divina Comedia".
Es una poesía visionaria, simbólica, que nos conduce a mundos a mitad de camino entre lo real y lo soñado, poblados de imágenes extraordinarias. Realmente es un culto desbordado a la imaginación, en la que se sustenta la vida, incluso la del propio poeta.
Puesto que William Blake era grabador también, imagen y poesía van estrechamente unidas en su trayectoria artística, logrando una intensidad que plasma de forma misteriosa, pues abre puertas de forma inesperada a lo desconocido y cambiante que hay en la mente humana.
Es el lema de Thel, en el libro del mismo nombre:
"¿Sabe el Águila lo que está en el foso
o irás a preguntárselo al Topo?
¿Puede la sabiduría encerrarse en un centro
y el Amor en un cuenco dorado?"
Quizá el poeta se veía así:
"Mi espectro, como bestia salvaje,
vigila el camino de día y de noche.
Mi emanación, muy profundamente,
llora sin pausa por mi pecado".
Os invito a explorar con paciencia este mundo, a sumergiros en estas visiones, a intentar descifrar la indescifrable clave hermética de la poesía de William Blake.
Fernando Alda Sámchez
Portada de la edición de la que os he hablado
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