Como escribe en el prólogo de la edición que estoy utilizando el profesor Carlos Seco Serrano (del que guardo una agradecida memoria por sus clases de Historia Española Contemporánea en la Facultad de Ciencias de Información de la Complutense en mis años de estudiante) "hay dos imágenes de Larra. Una que, ligada a la fatal anécdota sentimental de sus amores con Dolores Armijo" (que le llevó a ser diputado por Ávila, siguiendo los pasos de este amor imposible, y luego al suicidio, apostillo al respecto) "nos lo presenta como prototipo de un romanticismo convencional, formulado literariamente -antes de traducirse en el trágico desenlace de la propia existencia- en la novela El doncel de Don Enrique el Doliente y en el drama Macías. Otra que, trascendiendo el caso personal, entiende la desesperación de Larra como angustiado trasunto de una tragedia nacional, y aun, en un plano más vasto, de una indisoluble problemática humana, vivida intensamente por la sensibilidad exquisita del escritor"
Hoy me quedo con esta segunda imagen, traducida en el Larra periodista, en alguno de sus muchos pseudónimos como "Fígaro", "El pobrecito hablador" o el menos conocido de "El duende".
"Vuelva usted mañana" es, quizá, su artículo más conocido, fiel reflejo de la España en la que vivió, en la que la pereza era la médula espinal de un país dormido en sí mismo. Pero hay otros muchos artículos que bien pueden considerarse como piezas literarias, en esa frontera en la que la literatura y el periodismo se entrecruzan con resultados asombrosos. Otros artículos destacables son "El castellano viejo" o "El casarse pronto y mal", por citar algunos.
"Fígaro" no es un costumbrista a la usanza de los que en su época cultivaron este género, pues Larra consideraba a los periódicos como expresión literaria, como un movimiento que permitía difundir y renovar la literatura ambiente. No es un costumbrista puesto que va más allá de la mera descripción de esas costumbres, indaga en el origen y consecuencias de las mismas, utilizando la sátira y el humor para criticarlas.
Larra fue un renovador del periodismo, pues con 150 años de diferencia podemos hablar del "nuevo periodismo" de Larra y de otros autores de su época frente al "nuevo periodismo" norteamericano. Sigue siendo asombrosamente lúcido asomarse a su obra periodística y descubrir que mantiene, pese al paso del tiempo, su frescura, su acierto, su estilo, la sensación de que no hay nada nuevo bajo el sol y de que algunos de los males que aquejaban la España de su tiempo lo siguen haciendo en nuestros días.
Periodismo del bueno, quizá del que se está perdiendo.
Fernando Alda Sánchez
Portada de la edición de Salvat Editores, que es posible encontrar por internet de segunda mano, por ejemplo en Alcaná Libros
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