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martes, 24 de septiembre de 2019

De los hijos de Eolo




          1


Allí donde el Austro lame los sepulcros

y crecen umbelas de flores de perfume
intenso, imagina elegías, nocturnos,
epigramas, acres versículos
contra la fatalidad de los dioses
que tornaron su néctar por helado arsénico.


          2


Si Bóreas abate las coronas
enhiestas de nogales y acacias,
y junto a los veneros la adelfa
incita al peregrino a poner fin
a su viaje, ¿cómo no creer esta región
subyugada por el azote de los tiranos?


          3


Favonio arrastra sépalos calcinados
por el incendio de corolas al abrirse la luz,
alazán brioso que persiguiera
llamaradas, resplandores de ciudades,
cuando el olvido eclipsa la nostalgia.


          4


El Afeliota derrama el aroma del laserpicio
y el aceite sirio, levante que presagia
ínsulas o torsos de estatuas, oráculos
sibilinos, sonido de címbalos
y crótalos recorrer los tupidos montes.

Fernando Alda Sánchez


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