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lunes, 30 de septiembre de 2019

"El retrato de Dorian Gray"

"El intenso perfume de las rosas embalsamaba el estudio y, cuando la ligera brisa agitaba los árboles del jardín, entraba, por la puerta abierta, un intenso olor a lilas o el aroma más delicado de las flores rosadas de los espinos". Este es el inicio de "El retrato de Dorian Gray", una novela que puede contarse entre las más inquietantes de cuantas se han escrito. Su autor, Oscar Wilde (Dublín, 1854 - París, 1900) fue un esteta que buscó la belleza como  bien supremo.

En el prefacio que escribe a este libro hay toda una declaración de intenciones: "El artista es creador de belleza. Revelar el arte y ocultar al artista es la meta del arte" y "quienes encuentran significados bellos en cosas hermosas son espíritus cultivados. Para ellos hay esperanza. Son los elegidos, y en su caso las cosas hermosas sólo significan belleza". Este prefacio bien puede encerrar toda la visión  estética del escritor. Sin duda, en página y media establece varios de los principios que recorren su vida y su obra.

Wilde pertenece al final de la época victoriana. Construye un mundo decadente, en el que la belleza arde con llamas azuladas, entre la niebla. Eso buscó durante toda su vida, la belleza, la raíz de la belleza, su expresión máxima. Así es su prosa, de profundo lirismo, como el aroma de las flores que nos describe al inicio de la novela.

Pero en "El retrato de Dorian Gray" hay mucho más que puro esteticismo, pues encontramos la fibra con la que se construye la verdad, los cimientos del saber, del conocer, del existir, me atrevo a afirmar rotundamente, pues el viaje hacia la belleza en estado puro, hacia la belleza eterna, no tiene cabida en el ser humano como soporte de la misma.

Esta novela es ampliamente conocida. No insisto más sobre ella. La dejo en manos del lector que no se haya adentrado en su urdimbre. Como decía al principio, hay mucho desasosiego en ella. No es un mero entretenimiento, hay literatura desgarrada y desgarradora, en equilibro entre el bien y el mal, entre la estética y la ética.


Fernando Alda Sánchez

Portada de la edición realizada por Austral




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