Has besado el mar con labios
de arena, y no encontraste
sino cadáveres, sirenas
fallecidas y al dios Neptuno
pudriéndose entre las algas
bajo el sol. En los acantilados
se consumen los huesos fósiles
de los náufragos, y el cantar
de marinos llora sal y tristeza;
las olas anidadas de gusanos
entierran las cenizas del viento:
encendidas gaviotas de sangre
alargan el vuelo sobre esta inmensa
tumba, tizones en soledad que el silencio
aviva con negro fulgor.
Fernando Alda Sánchez
Es la cruda realidad
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