"En pie, delgado, altísimo
nivelador de vientos,
el material suspiro
de mi oculto silencio,
dejándome vacío
sobre la calle, expuesto
por falta de equilibrio,
al fácil atropello
del asalto de un grito
o del cruzar de un beso,
cansado, se ha evadido
del largo cautiverio,
desatándose al río
interior, de mi cuerpo".
Así comienza el poema "Árboles", que abre el libro "Jardín Cerrado", de Emilio Prados (Málaga, 1894 - Ciudad de México, 1962), integrante de la Generación del 27 y fundador, junto a Manuel Altolaguirre y otros poetas andaluces, de la importantísima revista "Litoral". El poema recuerda a otro de Gerardo Diego, sobre el ciprés de Silos, "Enhiesto surtidor de sombra y sueño/ que acongojas al cielo con tu lanza".
El poema bien puede ser una metáfora de la vida de Prados, que murió en el exilio en México, país al que fue tras la Guerra Civil española.
Tres etapas en su poesía. La primera, vanguardista, en la que publicó su primer poemario, "Tiempo", la segunda, de poesía social, con títulos como "La voz contenida", y la tercera etapa, la del exilio, con este "Jardín cerrado" que hoy traemos al blog, quizá la obra más representativa del poeta.
En esta tercera etapa se nota el peso del exilio y de la soledad. Así, escribe, en el poema "Sangre de la noche":
"Noche, en tu soledad,
parado estoy contigo.
Tu temor soy tu piedra.
Tal vez tu corazón...
En ti duermo y me escondo,
en paz con tu silencio".
O en "Puñal de luz":
"Este cuerpo que Dios pone en mis brazos
para enseñarme a andar por el olvido,
no se de quien es.
Al encontrarlo,
un ángel negro, una gigante sombra,
se me acercó a los ojos y entró en ellos
silencioso y tenaz igual que un río".
Es el desarraigo, que habita en el alma del poeta, que en ocasiones parece estar esperando la muerte:
"Estoy aquí, preparado
a caminar por lo eterno
y a soportar el viaje
sin sed y sin llanto"
como escribe en "Invitación a la muerte".
Sin duda, "Jardín cerrado", es un libro de plenitud, de madurez poética, de versos esenciales, profundos, sentidos, de versos del alma que escribe y busca salidas. Así, en "Última sombra":
"La noche está levantada
como un gran muro de piedra
y el tiempo la está empujando
sin poderla derribar..."
Tengo en casa una edición de "Jardín cerrado" de la Editorial Losada, Buenos Aires, de 1960. Las páginas del libro amarillean. La encontré en un puesto de venta de libros en la calle, en Ávila, quizá por casualidad, hace ya muchos, muchos años. Es un pequeño tesoro, por las circunstancias del hallazgo y por la humildad con que fue editado. Así lo conservaré y lo recordaré, como recordaré la poesía de Emilio Prados, con vigor, con sentimiento.
Un "Jardín cerrado" es el poeta en soledad, que espera, en silencio, y que añora la existencia. Con él os dejo,
Fernando Alda Sánchez
Para ilustrar la reseña, la portada de la edición de este libro realizada por Cátedra, en Letras Hispánicas, a cargo de Juan Manuel Díaz de Guereñu.
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