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miércoles, 9 de octubre de 2019

A ti, querido lector


   



         Hoy me dirijo a ti, lector, a ti, que me lees, que estarás leyendo esto. Se de sobra que es una fórmula en completo desuso, que ha caído en el abandono tras el paso fulgurante y arrasador de las vanguardias y de las nuevas técnicas narrativas, pero, pese a todo, no me resisto a ello. No me resisto a tutearte, pues, creo que, aunque no nos conozcamos, nos conocemos más de lo que creemos para ello. Además, como decía en mi entrada en el blog de ayer mismo, que estaba realizando las confesiones que hacía (aunque es mejor decir contar intimidades, quizá) para que me conozcas un poco mejor, puesto que como lector ya formas parte de mi paisaje espiritual por derecho propio.

          No voy a teorizar sobre cuestiones literarias. Eso se lo dejo a los teóricos. Yo me arremango el mono y bajo al barro. Y perdón por utilizar expresión tan castiza. Me dirijo a ti con la confianza que reina entre dos amigos, como cuando Cristo Nuestro Señor se dirije a nosotros, para decirnos que nos ama y que nos acompaña en nuestra fragilidad y en nuestro dolor, también en nuestras alegrías. Así visitaba Dios a Abraham, como dos amigos.

          Querido lector, como escritor que creo ser, eres lo mejor que tengo. Sí, has oído bien, lo mejor que tengo, incluso mejor que mis propias obras. No es una exageración. Digo que eres lo mejor puesto que si tu no me leyeses, de nada serviría lo que escribo. Dormiría en un cajón, entre otros papelotes, o ahora en algún rincón oscuro de mi ordenador portátil.

           Solo si hay otras personas que se acercan a la obra de arte, del tipo que sea, hay creación. De lo contrario es un acto inútil. Con un único lector que hubiese de un poema, ya habría creación, ya se habría completado el mágico círculo de lo que supone crear para un artista, pues el mensaje lanzado al éter habría llegado a un receptor que lo comprendería, lo asumiría o lo rechazaría.

         Es verdad que en ocasiones uno tiene la tentación de escribir para tener muchos lectores; creo que es un deseo legítimo. Pero si en vez de muchos, únicamente hay unos pocos, no importa, pues lo esencial no es la fama, sino crear, y crear por amor, por amor al lector, en este caso, quizá a ese único lector que podamos tener.

          Todo esto que digo parece que va contra las leyes del mercado editorial, y tal vez sea así, que sea verdad, que vaya contra las leyes del mundo cultural, del mundo en general, en el que parece que todo es un mercado, y en el que no importa la creación, el arte por el arte, sino el mercantilismo, los beneficios económicos, los réditos dinerarios y, en definitiva, la fama, la voluble fama que la fortuna sube a lo más alto o entierra para siempre.

          Por eso cuando escribo pienso en ti, amigo lector, en escribir versos hermosos, tratando de plasmar el amor que siento por ti, por tu cercanía, por las cosas que podemos llegar a compartir. Y eso me enriquece espiritualmente a mí y a mi obra.

          El mundo digital, los ceros y unos que conformamos en el espacio, a través de la red de redes, nos permite otras cercanías, otras intimidades, pues se alimenta el diálogo por medio de los comentarios, de la interactuación. El discurso ha dejado de ser unidireccional y, por tanto, el autor y el lector crecen, crecemos, juntos. Somos más compañeros de viaje aún que antes. Por supuesto se mantienen los canales tradicionales, como son los coloquios con un autor, la firma de ejemplares, las conferencias, que han funcionado en el pasado y que aún funcionan como mecanismos de cercanía aún más certeros que los digitales. Pero todo ello nos tiene que servir para seguir habitando la comunidad que la creación,  en este caso la literatura, nos permite. Y ahí es donde nos alimentamos los dos, en la misma madre nutricia, con un mismo afán, crear, crear por amor.

      No te canso más. Hay mucho que leer. No dejes de hacerlo. Te sigo esperando todos los días como el que aguarda a su amada. Un fuerte abrazo de tu amigo, que lo es

Fernando Alda Sánchez

Nota: La foto está tomada de pixabay


4 comentarios:

  1. Pues para mi ha sido un gusto encontrarte, seguirte y leerte.
    Un abrazo compañero.

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  2. Hola Fernando. Qué bonito tu grato relato! me recordó a Umberto Eco que también decía que el escritor sin el lector no es nada. y a Fernando Arrabal cuando decía que en escritura el progreso no existe porque sino ya se hubiese superado el siglo de oro (ni falta que hace aquí el progreso!). Y, sí, ahora es más interactiva la "recreación", fíjate, llevo un tiempo pensando que si los curas hiciesen la misa interactiva tendrían más "aficionados"! La cuestión es que, la proporción precio calidad, no se produce hasta pasados muchos años (muchos filtros mental-visuales)y nuestros ojos andan leguas y no llegamos más que a mantener viva una editorial y que algún escritor de los que arrasan enseñando o de los que arrasan enganchando lectores a sagas que, si esperamos un poquito, pasarán a enganchar televidentes. Se llegarán a hacer discutidísimos los Nobel de literatura ¡ya vemos que el dinero mueve el mundo! vanidad de vanidades. Gracias por tu refinado esmero y buen hacer Fernando, de una incondicional lectora que ni le quedas a deber ni te tiene que pagar. Bravo por ti

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  3. Has realizado un certero diagnóstico de lo que está ocurriendo en el mundo de la cultura. Me alegra saber que hay personas que convivimos en el juicio y que cuando leemos y escribimos tenemos semejante complicidad. También, bravo por ti,querida lectora. Un fuerte abrazo

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