"Seguro asiento en la columna firme
de los versos en que quedo,
no temo el influjo innúmero futuro
de los tiempos y del olvido;
que la mente, cuando fija, en sí contempla
los reflejos del mundo,
de ellos se plasma vuelta, y al arte el mundo
crea, que no la mente.
Así en la placa el extremo instante graba
su ser, durando en ella".
Este es el primer poema de las "Odas de Ricardo Reis", de Fernando Pessoa (Lisboa, 1888 - 1935), uno de los mejores poetas de Portugal en el siglo XX, cuya voz se mantiene de permanente actualidad, quizá por los temas trascendentes que pueblan su poesía y por la melancolía que recorre sus versos, que nos lleva a mundos no vividos en el presente, pero que añoramos con fuerza.
Ricardo Reis es un epicúreo triste. Su filosofia se sintetiza en que "cada uno de nosotros -opina el Poeta- debe vivir su propia vida, aislándose de los demás y procurando tan solo, dentro de una sobriedad individualista, lo que le agrada o le place. No debe procurar los placeres violentos, no debe huir de las sensaciones dolorosas que no sean extremas. Buscando el mínimo de dolor (....), el hombre debe procurar sobre todo la calma, la tranquilidad, absteniéndose del esfuerzo y de la actividad útil (...)". Toda una declaración de principios en la que "debemos -según Pessoa- procurar darnos la ilusión de calma, de libertad y de felicidad, cosas inalcanzables porque, en cuanto a la libertad, los propios dioses -sobre los que pesa el Hado- no la tienen; en cuanto a la felicidad, no la puede tener quien está exiliado de su fe y del medio donde su alma debía vivir; en cuanto a la calma, quien vive en la angustia compleja de hoy, quien vive siempre esperando la muerte, difícilmente puede fingirse sereno".
Y todo ello produce una profunda tristeza, y estas odas son expresión de la misma, porrque "la obra de Ricardo Reis -prosigue Pessoa- profundamente triste, es un esfuerzo lúcido y disciplinado para lograr una cierta calma". Quizá, entonces, ahí reside nuestro desasosiego.
Dejo al lector con Ricardo Reis o con Fernando Pessoa. He utilizado para esta breve reseña la edición de estas odas para la Biblioteca Millenium de El Mundo, con traducción de Ángel Campos. Juzque cada cual la intensidad de estos poemas, cómo le escriben en el alma, y después obre en consecuencia. Para el que suscribe son tesoros poéticos, perlas de belleza.
Fernando Alda Sánchez
Dejo como ilustración la portada de la edición realizada por Visor
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