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miércoles, 30 de octubre de 2019

Getsemaní

Qué solo estabas en Getsemaní

aquella violenta primavera,
entre los helados y endurecidos
troncos de los olivos,
cuando todos dormían y esperabas
beber el cáliz más amargo
en la noche más oscura.
Todas las miserias
sobre los hombros, como una clámide
ardiente, la Cruz más pesada.

Solo el ángel,
la voluntad del Padre.
Un helor de sangre, sobre el abismo,
en la madrugada desnuda,
hacía presentir el tormento,
el abandono, la expiación.
Mas ya estabas venciendo a la muerte,
y alumbrando una luz jamás soñada.
Qué solo estabas en Getsemaní...

Fernando Alda Sánchez


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