Es tu actitud como rondar
peligroso en el lugar equivocado,
plácido en todo cuanto a ti te concierne,
mas no avisado del peligro
del trueque, del trato que te aguarda,
si es que estás dispuesto
a cambiar el alma por un manojo
de hermosos poemas.
Difunto está el que en este negocio
precediera tu andanza,
mas no parece importunarte
el descender a los infiernos
si con tamaña aventura
alcanzases el gozo de una escritura
fresca y audaz, que deslumbrase
al mundo con su barroco atavío.
No seré yo quien juzgue
dubitativo tu contrato,
pero tienes que saber que ya no
habrá billete de vuelta en ese viaje
interminable hacia la nada.
Recordaré triste, al declamar
algún verso que será de tu pluma
vástago fiel, el brindis,
la ebriedad y el encuentro
que en poesía hallamos,
cuando aún las musas
insuflaban su cálido y sonoro
aliento y en la celebración
de la belleza encontrábamos
consuelo y melancolía.
La maldición será tal que,
cuando ya no estés, acaso
no se ensalce tu nombre,
ni recuerdo habrá efímero
que alimente la llama del genio.
Fernando Alda Sánchez
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