Qué tristeza en el paño de la Verónica,
todas las lágrimas
y toda la sangre,
cuánto duelo.
Aún restallan los latigazos
y las burlas,
camino del Calvario,
el fiero desprecio de los verdugos.
El dolor más intenso
en un lienzo, lino
purísimo, los ojos
hundidos... No hay pincel
en el mundo que pintar
pudiera tanta devastación.
Fernando Alda Sánchez
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