Por qué no escribes poemas
más alegres, poeta,
te dicen todos, otros versos
menos lúgubres, por qué no abres
ventanas en tu alma y dejas
correr el viento
libre, a sus anchas, y no nos
hables de muerte y soledad;
mejor, cuéntanos de la sazón de los campos,
del amor granado en espigas
opadas; susúrranos al oído
cánticos de esperanza y de gloria,
poeta. Danos
razón, si quieres, de tus desvelos,
mas no nos angusties más de lo necesario,
no nos acobardes, te dicen
todos, sin saber que tienes el alma
poblada de aquello que nadie
quiere oír, de lo que rechazan
y esconden, de la atávica
llamada de la muerte que desde
la larga y tensa noche de los tiempos
nos dio conciencia de nosotros
mismos. Solo Cristo
venció a la que no queremos
nombrar, solo El fue victorioso,
solo El porta la luz.
Yo no, poeta,
que ya casi no pienso,
que ya casi no hablo,
que ya casi no siento.
Yo no.
Fernando Alda Sánchez
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